Quizá esta no es la mejor forma de iniciar una auto biografía, pero para ser sincera no se me ocurría como empezarla. No me gusta ser auto referente, ni quiero parecerlo, pero bueno, comienza así...
Nací en Valparaíso, en época de de dictadura, el 24 de febrero del año 1976, ya hace bastantes. Debido a mi llegada se formó una nueva familia, de apellidos Bergamin Guerrero, mis padres son Anya y Ricardo. Soy la primera de cuatro hermanos, en realidad de cinco, pero uno de ellos falleció muy , pero muy pequeñito, apenas tenía 15 días, pero eso es otra historia. Como decía, soy la mayor de: Giannina, Cristian y Carlo.
Mi familia siempre fue muy unida, y puedo agradecer la presencia y el compromiso de mis padres en mi formación y educación, ellos siempre fueron muy modestos, mi madre es profesora y mi padre quiso serlo, pero por motivos políticos fue exonerado de la Universidad, así que fue mi mamá quien generaba los ingresos para mantener a la familia y mi papá era el dueño de casa, aunque trabajaba en ella haciendo muebles, por lo que el olor a madera y barniz me hacen retroceder a mi infancia.
Gracias a esta situación es que crecimos con mis padres presentes y pendientes de nuestras necesidades y pocas veces nos dimos cuenta de las carencias económicas que pasábamos. Habían días que no alcanzaba para comer, así que vendíamos diarios o los cambiábamos por longanizas...en esos tiempos era como divertido, ahora, que soy adulta, es triste, no el hecho mismo, sino la desesperación que mis papás deben haber sentido, lo bueno de esto, es que ya está superado.
Con mis hermanos, la relación era normal, como la de todos los hermanos, con peleas y abrazos, haciendo deporte, jugando con los vecinos, protegiéndonos e inventando juegos. Como mi papá hacía muebles, una vez me hizo una pizarra y mi mamá me regaló una caja de tizas, por lo que era lógico que jugara a la profesora, y mi hermana era mi alumna, ahí le enseñé a leer y a escribir, debo haber tenido 6 años y estaba en segundo básico, mi hermana tenía como 4 años, también teníamos una mesita, la que sobrevive hasta hoy y usan mis hijos para jugar con sus amigos.
Mis otros dos hermanitos también son muy importantes, todavía recuerdo cuando nació Cristian y fuimos a buscarlo al hospital, fue tan emocionante, yo no lo quería soltar, era tan chiquitito, cuando llegamos a la casa de mis abuelos, en Valparaíso, me acosté con él y me quedé dormida abrazándolo. Siempre me he sentido muy orgullosa de él, es un hombre muy inteligente, idealista y pudo ser el mejor deportista; a pesar de ser Ingeniero Ambiental decidió vivir de una forma muy simple y sin lujos.
Carlito, el menor, es un apasionado del deporte que practica, el handball, estudió educación física, al igual que mis padres y quiere cumplir su sueño de jugar en las grandes ligas europeas, así que en agosto viaja en busca de éste. A él lo conocimos a horas de haber nacido, en el Hospital Alemán del cerro Alegre, yo tenía 13 años.
Giannina es un gran apoyo, sobre todo cuando se trata de mis hijos, sus únicos sobrinos, ella se encarga de cuidarlos cuando lo necesito. Es Ingeniero Agrónomo, pero no ejerce porque cuida a mi abuela mientras mi mamá trabaja.
Todos mis hermanos son y siguen siendo una parte muy importante en mi vida, quizá tomamos diferentes rumbos y a unos los tengo más cerca que otros y si no fuera por ellos yo no sería quien soy.
A veces siento que el tiempo pasó demasiado rápido, y no supe disfrutarlo completamente, añoro mi infancia sana y sin preocupaciones, a pesar que, como lo mencioné anteriormente, nuestra vida no fue tan fácil...
...¡Y qué vida lo es!, que yo sepa ninguna. En fin, siempre me sentí protegida y amada en nuestra familia.
Cursé toda mi educación en la Scuola Italiana Girolamo Longhi de Villa Alemana, desde Giardino a IV medio, siempre fui buena alumna, y destaqué, además, en los deportes que practicaba: basquetbol y gimnasia, los que también hacía fuera del colegio; jugaba basquetbol el el Club "Deportivo Italiano" de Villa Alemana y, junto a mi hermana y nuestras compañeras, éramos temibles en la cancha, es decir, jugábamos muy bien y fuimos las campeonas durante mucho tiempo; gimnasia era un tema aparte, fue y aún es mi gran pasión, aprendí gracias a mi mamá y a mi papá, la practiqué desde los 4 años, pero cuando tenía 6 pasé a formar parte de un grupo de niñas, del cual mi mamá era la profesora, y que posteriormente fue la selección de gimnasia de la escuela en que ella trabajaba, que era muy humilde. En ella aprendí muchas cosas, como el valor de una buena amistad, ser feliz con lo que se es y se tiene, porque ahí la pobreza era tan visible y palpable, que jamás, con mis hermanos, nos atrevimos a quejarnos o a pedir algo que no estuviera a nuestro alcance. Ahí, el valor de un regalo, como una manzana, era tan importante para quien la daba, como para quien la recibía.
En esta "escuelita" conocí a mi primer amor, y con él, mi primera gran desilusión, pero también conocí a los mejores amigos de mi infancia, con quienes me mantengo en contacto hasta hoy y a quienes recuerdo con mucho cariño. También conocí una forma de enseñar, en la que la entrega del conocimiento no era lo más importante, sino la forma en que este se enseñaba, donde el amor y el compromiso con lo que se hace genera grandes cambios y le da oportunidades a quienes, en teoría, no las tienen, y las profesoras y profesores de esta escuela así lo hicieron, mi madre es una de ellas, de ahí debo haber heredado mis ganas de enseñar.
Avanzando en mi vida, y como lo mencioné antes, terminé mi educación media en el mismo colegio donde estudié toda mi vida, donde conocí a mi gran amiga, Claudia, y fui feliz.
Ese mismo año, 1992, conocí a Pato, y empezamos una relación, en un comienzo, a escondidas, ésta perdura hasta hoy. Con él aprendí lo que es el amor, la tolerancia y la aceptación, hemos crecido juntos y pasado por diversas situaciones las que hemos superado y nos han ayudado a madurar. También hemos formado una hermosa familia, tenemos cuatro hijos: Macarena Andrea, Áramis Katari, Amaya Rayén y Jazmin de Luna, con quienes somos inmensamente felices y por quienes haríamos cualquier cosa.
Cada uno de ellos con su llegada ha llenado mi vida, me han enseñado como es amar sin esperar nada a cambio, y sin embargo recibirlo todo con una mirada, una sonrisa, un beso, y a veces, el sólo hecho de verlos dormir en sus camitas o sus caritas felices al recibir un regalito o una buena noticia. Ellos saben sacar lo mejor de mí, sin que me de cuenta de lo sacrificado que pueda ser.
Todos ellos, Pato y mis bebes, son parte importante en mi decisión de encontrarme estudiando hoy en día, porque creo y siento que además de realizarme personalmente, es para poder darles un mejor pasar y un futuro mejor. Además, tengo que agradecerles la paciencia y el amor que me dan día a día, ya que renuevan mis fuerza y compromiso con el estudio, y su apoyo permanente ratifica que estoy haciendo lo correcto.
En resumen, lo más importante de mi vida, es pertenecer a estas dos familias, las que, en el fondo, son una sola.
Me siento feliz de mirar hacia atrás y ver que todo lo que me ha sucedido ha tenido fruto. Si bien, hubo momentos de mucha tristeza y dolor, también los hubo de mucha felicidad, y estos han servido para ser quien ahora soy.
Soy Ingrid Loreto Bergamin Guerrero, madre de Macarena, Áramis, Amaya y Jazmín; esposa de Patricio Menay Ramírez; hija de Anya Guerrero y Ricardo Bergamin; hermana de Gianni, Giannina, Cristian y Carlo; nieta de Lucy, Pola y Toño; en fin, parte de una familia maravillosa; y estudiante de Educación General Básica en la UNAB...y tremendamente feliz.